Historia de una tribu

A todos mis amigos tribales... y de otras tribus


Érase una vez un grupo de locos amantes de las palabras. Estaban siempre hambrientos y devoraban con fruición cuantos libros caían en sus manos.

Un día, estos locos se encontraron en un foro literario, donde dieron rienda suelta a su desmedida prosofagia, y de donde salieron cientos de relatos, coloquios, debates… y ¡hasta fundaron una revista! 

La revista llegó a su mayoría de edad. ¡18 números! Luego el foro cerró… Toda historia tiene su cara, y su cruz. Pero algunos miembros de la variopinta tribu decidieron que había que inventar algo nuevo.

Celebraron cónclave en cierto archipiélago de islas que no aparecen en los mapas corrientes… Allí, entre selvas y cumbres humeantes, se toparon con un mono gracioso y saltarín que les inspiró la malévola idea.

De allí salieron dos criaturas más: una de muerte, y otra de miedo. ¡Estaban llenas de vida! Abrieron las alas y, cual dragones, elevaron el vuelo sobre la jungla amazónica, donde acabaron encontrando guarida tras planear sobre los cinco continentes.

Monki el mono sabio continuó haciendo de las suyas, y así es como la tribu, por puro amor al arte (¿puede hacerse arte sin amor?) parió otra criaturita tan entrañable como los Clicks de Famóbil de nuestra tierna infancia: ¿fue el último regalo?

Todo en esta vida acaba, los años pasan y cada loco con su tema. Los miembros de la tribu abandonaron su refugio en las islas y se dispersaron navegando por el mundo. Pero las letras no mueren, las amistades laten como brasas en la ceniza y las adicciones… tampoco se apagan fácilmente. Los prosófagos siguen devorando libros ―tanto en papel como en pantalla― y, quién sabe, quizás un día vuelvan a reencontrarse en las islas, para contarse sus aventuras y, a lo mejor, engendrar otro dragón alado, con hojas de papel o sin ellas, pero con muchas, muchas palabras titilando entre sus escamas. Monki les estará esperando.

 

3 de diciembre de 1946

Sé que me salgo de tema. Pero en literatura continuamente estamos hablando de engendrar, parir, gestar, dar a luz... ¿Qué es la literatura, que es el arte, sino una forma de maternidad? De otro modo, sí. Pero no deja de ser una cuestión de vida... y de lucha encarnizada contra la muerte y la fugacidad.

Y como es una cuestión de vida, y de maternidad, hoy quiero dedicar esta entrada a la mujer que hizo posible que yo estuviera en este mundo. Una parte de ella está en mis letras, seguro.

Desafiante ante la vida. Con su hermano Jaime (1948).

3 de diciembre de 1946


Ese día nació una niña nació en el seno de una familia emprendedora, en un pueblo de la Cataluña profunda, a los pies de una montaña santa. Le pusieron el nombre de otra montaña santa, el nombre de su madre y el nombre que llevo yo. Ese día, una parte de mí también empezó a vivir.

En realidad, fue antes. Tal vez el 3 de febrero de 1946. Cuando esa niña fue engendrada, en su cuerpo se empezaron a formar miles de pequeñas células semilla, una de las cuales sería parte de mí.

Estoy de fiesta, porque en un día como hoy nació mi madre. Una niña destinada a ser una perfecta ama de casa, pero que se atrevió a sacudirse la tradición de encima y se aventuró a estudiar, trabajar, iniciar una carrera y labrarse su futuro. Una chica demasiado seria para tener novios de baile y veraneo, pero que encontró, muy joven, al único y enorme amor de su vida. Un amor del que hoy continúa tan enamorada como hace más de cincuenta años… Lo sé porque lo veo en sus ojos, cuando mira a mi padre. Como todo matrimonio añejo, a veces discuten. Pero lo que veo en su mirada me dice otra cosa.

En un día como hoy nació una mujer que ha sido artista, obrera, esposa y madre de familia numerosa. Aprendiz diligente y maestra de muchos. Disciplinada y a la vez creativa. Una mujer que, por encima de todo, ha sido valiente, y muy amada. Una mujer que un día pudo escribir: «He hecho todo lo que he querido». Y lo ha hecho, a veces, contra viento y marea.

Mi madre es hermosa. Hermosa a pesar del paso del tiempo. Y fuerte, pese a las fragilidades de la edad. Fuerte porque elige sonreír. Fuerte porque elige siempre la mejor parte, de las personas y de las cosas. Fuerte porque, entre las luces y las sombras de la vida, hace como las plantas, que tanto ama y tan bien sabe cuidar: siempre se alarga hacia la luz. Con el paso de los años todos declinamos. Perdemos fuerza, perdemos memoria y a veces también perdemos los proyectos. Pero hay algo en lo que siempre podemos crecer. Y mi madre, en ese algo ―que es lo más importante, a fin de cuentas―, ha elegido crecer. Seguirá ofreciendo flores, como los viejos almendros, hasta el final.

¡Gracias!


En 1968. Y al lado, Navidad 1970, conmigo en brazos.

Cada libro es una batalla

Cuando mi primera mentora, Montserrat Rico, me daba sus consejos, me comentó algo que no olvido: cada nuevo libro, cada novela que quieres publicar, es otra batalla que librar. Nunca pienses que, por haber logrado publicar un libro, ya tienes la vida resuelta. Es la gran ilusión: como ya me reconocen, como ya he “entrado” en el mundo editorial, se me abrirán todas las puertas. ¡No siempre es así!

Puedo decir que he pasado por casi todas las fases y experiencias. Véase:

Los afanes de la novel que va a la búsqueda de editorial, enviando decenas de originales y llamando a muchas puertas, para cosechar un buen puñado de “no”. Eso me pasaba hace diez años y me sigue pasando hoy… Hay que saberlo. Si quieres acertar un golpe, ¡tienes que dar por lo menos una docena más!

He conocido la tremenda alegría de que una editorial, sin conocerte, se entusiasme por tu libro y te quiera publicar. Eso me ha ocurrido en tres ocasiones, por lo menos, ¡y siempre gratifica!

He conocido la seguridad y el respaldo que ofrece una agencia. ¡Cuántas ilusiones y esperanzas los años que me vi representada por Sandra Bruna! Tres libros, entre ellos uno premiado, no son mala cosecha.

Sé lo que es recibir retorno de los lectores. La emoción del comentario de un lector al que ha entusiasmado tu obra… sus observaciones, su entusiasmo. ¡O que te hagan un pequeño vídeo de tributo a la novela!

He paladeado las mieles de un premio literario. Para muchos un premio es una plataforma de lanzamiento hacia el éxito, un paso para consolidar su carrera. En mi caso, me lancé… al vacío. El premio ahí está. Mi trofeo cría polvo en un armario. Ni me ayudó, ni me hundió. Quisiera creer que al menos me permitió publicar un libro cuya lectura disfrutaron unos cuantos…

Después del premio he conocido la decepción y el desamparo de sentirte “descartada” porque no eres rentable como autora o porque lo que escribes no gusta. La historia con la agencia terminó. No hubo más publicaciones con la editorial que me premió. Y volví a la intemperie.

He conocido el silencio creativo de los años en que sólo te queda escribir y seguir escribiendo… aunque no tengas esperanza de publicar.

He conocido lo que es autopublicar, y me he lanzado a la selva de Amazon. Otro aprendizaje que me parece imprescindible. Porque el mundo está cambiando y el editorial no es ajeno a estos cambios. La publicación independiente es un campo de oportunidades.

Pero también es un campo duro, difícil de cultivar. Por mi carácter y mis condiciones, no poseo una gran red social ni tiempo para dedicarme a ello, así que mis libros autopublicados se pierden entre millones de títulos, como una brizna de hierba en medio de la estepa rusa. Sólo unos pocos amigos y conocidos han sabido de su existencia, y menos aún los han leído.

Finalmente, he conocido lo que es… ¡volver a empezar! No de cero, porque he recurrido a mis contactos previos con editoriales y agencias, incluso a algunos amigos. Gracias a ellos he podido volver a vivir la ilusión de los comienzos: ¡publicar por cuenta ajena! Con editoriales serias y reconocidas en su ámbito, y sin respaldo de agente. Simplemente porque los originales que les he presentado les han convencido.

Volver a publicar. ¡Otro feliz embarazo, otro parto! Estoy viviendo estos meses de espera. Invierno laborioso de revisiones, mirar posibles cubiertas, corrección de maquetas… En primavera, dos criaturas nuevas saldrán a la luz.

Si eres escritor novel y lees esto, recuerda que no debes desanimarte nunca. No dejes de escribir. No dejes de mejorar. No dejes de buscar salida a tus libros. Y tampoco te  duermas en los laureles, si has logrado publicar una vez. Como me dijo mi mentora: ¡cada libro es una batalla! La única derrota es no luchar.

Si eres escritor ya publicado y consagrado, posiblemente te reconozcas en algunos párrafos. Y posiblemente vas muy por delante de mí en este camino. Aunque no hay dos caminos iguales, y cada escritor ha de labrarse el suyo. ¡Compartimos esta aventura! 

Fantasmas

1 de noviembre. Media humanidad, o quizás más, celebra hoy la fiesta de Halloween. Quizás sin saber muy bien qué celebra, o qué sentido tiene esta efeméride tan folclórica y a la vez comercial. Si dejamos aparte las calabazas y los disfraces, las películas de miedo, las máscaras terroríficas y las velas entre telarañas sintéticas, atisbamos en el Halloween un significado más trascendental. Ya sea el sentido cristiano de Todos los Santos (que es lo que significa precisamente la palabra Halloween, en inglés), o la evocación pagana del céltico Samhain, esta es la fiesta de la vida latente, de la muerte que no es un final, sino el preludio de un nuevo comienzo, el umbral de otra vida que se abre camino en la oscuridad.

Halloween es la fiesta del medio otoño, cuando los días decrecen y la naturaleza ―al menos en el hemisferio norte― declina y las hojas caen. Inaugura un mes de difuntos y de recuerdos, un mes de recogerse en casa y acurrucarse bajo una manta, en el sofá o en la cama, mientras el viento y la lluvia caen y los vientos anuncian la llegada del invierno. Sí, noviembre es el mes del Winter is coming. Un buen mes para empezar a meditar. Un buen mes, por qué no, para empezar otra novela.

El otro día pregunté a un grupo de niños qué creían que significaba esta fiesta. ¡La muerte!, exclamaron varios de ellos, sin vacilar. El miedo, dijo algún otro, con la boca pequeña. Muerte y miedo. Nos asustan tanto… ¡pero nos atraen tanto! La literatura y el arte nos hablan de la fascinación vertiginosa que la muerte ejerce sobre el ser humano. Quizás porque es un límite, una frontera hacia lo desconocido. Y toda frontera siempre ha sido un territorio de nadie y de todos, una patria sin nombre que a todos fascina y a la vez intimida.

Muerte, miedo, fantasmas. Muertos que viven, o que jamás murieron del todo. Los niños son tan amantes como los adultos de los relatos de miedo. Yo también lo fui, aunque me aterraban. Mi padre nos explicaba que, en esta época del año, mi abuela y otras mujeres del pueblo contaban al amor de la cocina cuentos de ánimas y aparecidos, con tal viveza y detalle, que a todos se les ponía la piel de gallina. ¡Después, qué difícil era salir de la confortable cocina y aventurarse por los pasillos, gélidos y oscuros, para ir a dormir! Pegar ojo, tras escuchar esos relatos, era tarea poco menos que imposible.

Mi primer cuento, o al menos el primero que recuerdo haber escrito, con siete años, fue un cuento de fantasmas. Mejor dicho, de un fantasma… y una princesa. Lo conservo, como pequeño tesoro, en un archivador, y me he permitido escanearlo y comentarlo. En los enlaces de abajo podréis verlo. Lo «publiqué» en hojas de libreta blancas (hoy ya no lo son) y en formato cómic, como podréis ver. Con «intermedio para la publicidad» incluido, en el que me recreé con mis diseños de vestidos de bailes y fiestas. La moda y la belleza me gustaban tanto como la lectura, en aquel entonces.

La princesa y el fantasma. ¿Un fantasma aterrador que secuestra a una princesa indefensa? ¡No! Al revés: un fantasma que intenta asustar a todo el personal del castillo, pero que se topa con una princesa rebelde que no sólo lo persigue, sino que… ¡lo salva! Lo salva y lo devuelve a su forma humana original, perdida por obra y arte de un malvado brujo. El final del cuento se extravió, pero lo recuerdo bien porque lo dibujé, y esta vez sí que caí en el tópico del final en boda. «Y comieron perdices y fueron felices».

¿Reminiscencias de los mitos antiguos, donde la diosa Ishtar desciende a los infiernos para rescatar a su amado? A mis siete años jamás había oído estas leyendas. Pero quizás el inconsciente colectivo se agitó a través del subsuelo de la literatura universal… y alcanzó la imaginación de una colegiala de siete años que empezaba a inventar sus propios cuentos.  

Lo comparto. Espero, al menos, arrancaros una sonrisa ante la ingenuidad del relato, la minuciosidad de algunos dibujos y las faltas de ortografía recurrentes, como ese… «¿As oído?», ante el «majestuoso» grito que resuena sobre el lago.

 


Aquí el inicio: un comienzo perfecto in media res con planteamiento y nudo... Observen la reacción de la criada que sale corriendo, y el detalle del príncipe (a la izquierda, con un hermanito bebé en brazos).


Vean el detalle de las flores y las ventanas... ¡Un castillo muy hogareño! Y el curioso emblema que el fantasma exhibe colgado a la espalda, con  toda pompa.


La princesa se desvela... ¿quién será que está a la puerta?


Recorre el palacio en camisón, vela en mano. ¿Será el fantasma?


Lo busca y no lo encuentra. Se acerca al lago... entre las aguas asoma.


Siempre hay un aguafiestas. ¿quién duerme con la princesa, en su misma cama y habitación? ¡El hermano antipático! No, no piensen mal... Para mí, en aquellos tiempos, compartir cama con un hermano (o hermana) era lo más normal del mundo, cuando dormíamos en la casa de mis abuelos. Miren el detalle de las dos mesitas de noche.


El hermano va en busca de su hermana cazafantasmas...


¡Qué broncón! Justo cuando ella iba a lanzarse al agua...


Sin comentarios.


¡Y no lo vuelvas a hacer!


¡Pausa para la publicidad! Aquí, modelos de baile cortos...


¡Y los largos de gala!


Continúa el relato. ¡Acusica Barrabás, al infierno irás! 
(Y hablando de infiernos y diablos, ¿han reparado en el personaje que asoma en el reverso de la hoja? ¿Saben quién es?)


La reina, muy justa ella, quiere comprobar la culpabilidad de su hija. Obsérvese el cuadro exótico: como una fumadora de opio, la princesa hace burbujas de jabón en una especie de palio oriental... ¿De dónde sacaría esa idea?


Conversación trascendental entre madre e hija.  Yo sólo quería hacer el bien...


Segunda noche. La princesa piensa salirse con la suya. Haré el bien descubriendo al "fantasmito".


¡Segundo intento!


Llega al lago y... 


Avanzando por el mundo subacuático.



«Aquel majestuoso grito despertó al castillo entero...»



También los prisioneros, en su mazmorra, lo oyen. ¿Parecen salidos de una sesión de bellydance? 
Son cautivos moros... 


La reina está desolada. ¡Su hija ha desaparecido! De poco sirven los tibios consuelos del rey y la criada.


Una esclava mora se ofrece a ir a buscar a la princesa. El rey se muestra muy tolerante: ¡le da tres oportunidades! Si falla... le cortará la cabeza. Véase el detalle de la criada barriendo, dulcemente sumida en su quehacer.


La esclava sabe dónde buscar. ¡Se lanza directa al lago! Las babuchas salen volando...


Y avanza en las profundidades acuáticas... Esto fue un hilo argumental inesperado que se rompe aquí. ¡Un agujero en la trama! La prisionera que quiere salvar a su ama...¿Qué historia hubiera nacido de haberlo seguido?


¡La princesa se enfrenta al fantasma! ¿Voy a permitir que asustes a los míos?


He aquí que el fantasma salió literato. 
¿Podéis leer su misiva, siguiendo el orden (1) y (2)?


¡Reencuentro feliz! 

... 

The End

Si habéis llegado hasta aquí, en esta entrada inusualmente larga y cargada de imágenes, habréis visto uno de mis primeros relatos inventados. De aquí surge mi vocación literaria, aunque, como el río Guadiana, discurrió por cauces ocultos y subterráneos durante décadas, hasta resurgir, cierta noche de agosto del año 2004... Pero esa es otra historia.

Vuelvo a publicar libros


Hace diez años inauguré este blog, explicando cómo inicié mi andadura escritora y cómo logré publicar mis primeros libros.

No se puede describir bien la emoción que se siente al publicar el primer libro por cuenta ajena: es decir, cuando una editorial apuesta por tu obra, confía en ti y lanza un libro precioso que se reparte por todas las librerías del país. Muchos la comparamos al entusiasmo que despierta el tener un primer hijo. Cada libro es una criatura que sacamos a la luz, un hijo que entregamos al mundo.

Después de diez años, y tras pasar varios años de cierta sequía en cuanto a publicar ―que no en cuanto a escribir― este año he recibido dos buenas noticias. Voy a publicar dos nuevos libros, con dos editoriales consolidadas y en estupenda sintonía con mis editores.

¡La ilusión es la misma! La misma que sentí cuando Espasa decidió publicar mi Estirpe Salvaje. La misma que me hizo vibrar durante días cuando Minotauro me anunció que premiaban mi Ciudad sin estrellas. La misma. Cada libro es único, con cada uno se reproduce el entusiasmo y la expectación.

Esta vez, además, he conseguido publicar sin agente. En esta entrada expliqué mi despedida de la agencia que me representó durante años. Desde entonces, he intentado espabilarme por mi cuenta y he autopublicado algunos libros en Amazon. El año pasado Plataforma Editorial me publicó un libro de no ficción, Digerir la vida, y el Grupo Loyola reeditó uno de mis primeros libros revisado y ampliado, Mujeres de Dios.

Mis primeros libros publicados

¡Pero ahora las esperanzas de volver a publicar novelas por cuenta ajena renacen en mí!

¿Cómo lo he conseguido? Básicamente apoyándome en tres recursos: tenacidad, mente abierta y la ayuda de buenos amigos.

El primer libro que voy a publicar ―espero que sea este otoño, o quizás por Navidad― no es de ficción. Es un ensayo peculiar inspirado en la Biblia que saldrá publicado por la Editorial Desclée de Brouwer. Lo que hice fue enviar una propuesta de publicación y una sinopsis del libro a unas doce editoriales religiosas. Me respondieron cinco. Me pidieron el original tres. Y una de ellas, apenas una semana después, me contactó. El editor dijo que no necesitaban pensárselo dos veces, les encantaba la obra y querían publicarla.

El segundo libro que voy a publicar es una novela histórica que me ha llevado tiempo y esfuerzo escribir, pero que es muy especial para mí. En esta entrada hablo de ella. La presenté a varios premios. La envié a unas cuatro o cinco editoriales, que no me la aceptaron. Ya me resignaba a tener que autopublicarla cuando un buen amigo me dio el contacto con EDHASA, la editorial que le publica a él, una casa especializada en novela histórica. Les envié el original, esperé unos meses… y cuando ya no esperaba nada, mensaje y llamada: ¡Les gusta, y quieren hablar conmigo para ver la posibilidad de publicarla! Hace unos quince días tuve la entrevista con la editora y el presidente del grupo editorial. Fue una conversación deliciosa, en la que tratamos de mil temas que nos apasionan, aparte de la novela en sí. Ya he firmado el contrato. Saldrá el año que viene, previsiblemente en primavera ―Sant Jordi sería una fecha ideal―.

¿Qué lecciones saco de todo esto? Algo que ya sabía, como explico en una de mis primeras entradas. Cuando buscas editorial… ¡fuego a discreción! No te conformes con dos, tres o cuatro. Amplía tu campo de búsqueda. Pide ayuda y contactos a tus amigos, apóyate en tus redes. ¡Las mejores oportunidades pueden venirte de la mano de un amigo solidario! Y luego, aguarda las respuestas, espera, ten paciencia. Si la obra vale la pena, todo llegará y encontrarás quien te la publique.

Un colega de los foros literarios que frecuenté hace años tiene un blog titulado «A Hemingway le negaron veintisiete…» ¡Veintisiete «no» para conseguir un sí! ¿Cuántas opciones hemos probado antes de rendirnos? Seguramente menos de veintisiete. A veces no hace falta tantas.

Mis blogs


¿Alguna vez te has sentido como uno de esos robles centenarios, de amplia copa y que echan ramas en todas direcciones? ¿Has notado cómo un torrente de energía te recorre y necesitas dispersarla hacia todas partes?

Hay personas centradas que labran su camino por la vida y alcanzan todo cuanto se proponen. Y otras, como yo, y quizás como tú, lector, que irradiamos nuestra creatividad de forma fluctuante y caótica. La disciplina nos ayuda, pero a veces no podemos domesticar nuestros impulsos. La imaginación se sacude las riendas una y otra vez…

¿Te has sentido alguna vez así?

Lo cierto es que, si quieres enfocar tu carrera, como escritor, como artista o como profesional de lo que sea, necesitas encauzar tu creatividad. Necesitas disciplina. Y necesitas orden. Si quieres conseguir un objetivo centrarte es esencial. Una flecha no puede apuntar a dos blancos a la vez.

Mientras pienso qué hacer, cómo dejarme ayudar y hacia qué diana apuntar, en esta entrada voy a exponer todos mis blogs. Un reflejo de mis múltiples intereses… y de mi dispersión intelectual y creativa.

Ahí están, incluso los que permanecen desiertos y olvidados, porque no los abrí pensando en nadie más que en mí misma, sin un interés especial por que fueran leídos. Curiosamente, uno de estos es el que cuenta con más visitas.

Allá van.

Mi primer blog, abierto poco después de entrar en los foros literarios, donde colgué muchos de mis cuentos: Leyendo bajo el arce.

Mi segundo blog (este), donde empecé explicando mis peripecias como escritora novel que quiere publicar y lo consigue… y he acabado escribiendo de todo, una miscelánea enfocada más bien en literatura. Andanzas de una escritora.

Mi tercer blog, sobre mi primera novela publicada y los comentarios que recibió, incluido vídeo de youtube de una lectora entusiasta: Estirpe Salvaje.

Mi cuarto blog no tiene que ver con las letras, sino con la música. Es una recopilación de las «músicas guapas» que me han marcado y que de tanto en tanto me gusta escuchar por YouTube. Otro cóctel que solo abrí para uso personal: El rincón de la gramola.

Este blog lo abrí para mantener en contacto una red de más de ochocientas personas que realizaron mis cursos de gestión de ONG. Durante un tiempo muy activo y frecuentado, hoy… ahí está. El anillo solidario.

Otro blog sobre la actividad de la fundación en la que colaboro, ARSIS. El blog de ARSIS.

Séptimo blog. Lo abrí para dar curso a mi afición por la Biblia y anotar todo cuanto se me ocurría a partir de los libros y cursos que he realizado sobre el tema. Apuntes de Biblia (récord de visitas en algunas entradas, incluidas descargas de los PowerPoints).

Siguiendo con el tema espiritual, este es uno de mis blogs más antiguos, donde he colgado todo tipo de escritos, incluidos algunos de los que luego fueron publicados en el libro Mujeres de Dios. Mujer y espiritualidad.

El blog de mi novela El heredero del clan. Durante un tiempo, colgué algunas entradas sobre el mundo vikingo. Si tuviera tiempo y ganas, ¡podría colgar muchas más!

El blog de mi novela premiada Ciudad sin estrellas.

Este es un blog «filosófico», muy simple y casi para escolares pero, al parecer, útil para los navegantes que dan con él: Apuntes de filosofía occidental.

Finalmente, abrí este blog sobre el tema de mi último libro publicado por cuenta ajena, Digerir la vida. Sobre mi experiencia y lo que he aprendido para lograr tener… ¡buenas digestiones!

Alguien podría pensar que con todo este lío me paso la vida blogueando, pero no es así. Sigo escribiendo libros (entre uno y dos nuevos al año), reescribiendo los antiguos (espero irlos publicando) y ayudando a otras personas con sus escritos, además de mi trabajo. Los blogs son la menor de mis tareas literarias, aunque quizás en el futuro esto cambie…

Quizás debería abrir una página grandota, algo así como una web de autora polifacética y unificar todos mis temas en un solo espacio… ¿O seguir manteniendo mis diversidades aparte? ¿U olvidarme de todo y empezar algo nuevo? ¿Qué pensáis?

¡Se agradecen los consejos!

Azul sobre negro


Azul sobre negro. Así se titula el último libro que he leído de Javier Portabella Bosch. Hace apenas unos días falleció y me he quedado triste al saber su muerte súbita, porque hubiera deseado comentarle mis impresiones sobre esta novela, como solíamos hacer…

Javier era un buen amigo y escritor por afición, con el que compartimos escritos, borradores de novelas, cuentos, conversaciones literarias y sobre mil temas… Era, también, un hombre solidario con valores humanos. Durante varios años colaboró en mi fundación, ARSIS, como profesor voluntario de alfabetización de adultos, y dejó un recuerdo imborrable en sus alumnos. Tenía una creatividad y una paciencia inagotables.

Javier también amaba la historia. Ya jubilado hizo la licenciatura de Humanidades en la Universitat Oberta de Catalunya, y no dejaba de escribir. Tengo a medio leer otro libro suyo, indispensable para todos aquellos que queremos recordar lo que estudiamos en nuestros años de colegio y Bachillerato: un repaso a la historia de España, con pluma ágil y pinceladas de humor, haciendo gala de sus enormes conocimientos y a la vez de su amenidad para narrar.

Ese fino humor de gentleman inglés es algo que asoma en todos sus escritos. Javier era un caballero, tenía ramalazos románticos, nobleza, sinceridad y un toque de picardía alegre y desenfadada. Amaba la vida tanto como la historia. He conocido a pocas personas que hayan muerto con la mente tan llena de proyectos y con ganas de aprender.

Esta entrada es un pequeño homenaje a un buen amigo. Gracias, Javier, por habernos dejado tantas cosas buenas. Además del recuerdo quedan tus libros, páginas inmortales, accesibles para todo el mundo desde la Red. Como tantos otros talentos, no encontraste editorial para publicar por cuenta ajena y buscaste alternativas. ¡Menos mal que no quisiste dejar tus tesoros escondidos en un cajón! Ahora podemos seguir disfrutándolos.

Y recordándote. Azul sobre negro. Te has ido volando sobre el negro de la tinta, de las letras que amabas, hacia ese azul infinito, más profundo que las aguas de Corfú, donde las palabras nunca mueren.

  

       


Obras de Javier Portabella Bosch








Reencuentros con la Historia (para iniciados y olvidadizos)

El mundo editorial en 2018... ¿cómo está el patio?

Jordi Nadal, presidente de Plataforma Editorial, cada año tiene el detalle de informarnos a todos sus autores sobre cómo está el panorama editorial y cómo ve él las novedades y las tendencias que se aprecian.

Extraigo estas citas de su correo porque creo que son de interés para todos los que escribimos.

¿Pero cómo está el sector editorial en el país? Muchas de las noticias no son halagüeñas, pero nos gusta entenderlas como un reto y una oportunidad más para ser originales, artesanos e innovar para seguir creciendo. A veces en facturación, y siempre en saber y en conocimiento. Las cifras del Observatorio del Libro desvelan la muerte de los superventas. O, en otras palabras, lo que no es ningún secreto: ya no se venden tantos libros como antes. En el año 2000 se produjeron más de 10 ediciones de 216 títulos, mientras que en el 2018 solamente 111. Las 2.316 editoriales consideradas como pequeñas por el observatorio (con una producción menor a los 1000 títulos) son responsables del 28,3% de los títulos disponibles en las librerías. Salvo el mercado alemán, que ha decrecido tanto en facturación como, en este segundo caso, de un modo inteligente, también en producción de títulos desde el 2007, el resto de los grandes mercados han descendido en facturación, pero aumentado en número de títulos (léase, se necesita producir más para facturar lo mismo y se vende menos por título). El grupo editorial más grande del mundo apenas factura el 60% de lo que factura Netflix y representa apenas un 3,2% de la facturación de Amazon.
Digámoslo claramente: somos un sector bello e importante a nivel social, pero pequeño en números.
Y aquí, para curiosear, un enlace a la lista de libros más vendidos en Amazon (el pasado año en España).

¿Qué más ocurre? Sigo citando a Nadal (las negritas son mías):

Cada vez hay más actores ajenos a la industria produciendo contenidos, empresas que se han adaptado rápidamente al paradigma digital. Todo esto se traduce en una sobreabundancia de contenidos. Hoy Netflix produce series, pronto hará otras cosas, ¿por qué no libros?
«Cada 24 h se fabrican en España en promedio 621.000 ejemplares de libros en papel, y durante las mismas 24 horas, se venden 421.000. O sea, 70 millones de libros al año sin vender, que terminan luego en ventas de saldos o incinerados y vendidos como papel reciclado.»
Eso equivale a unos 100.000 palés de libros anuales; esto es, se han editado de más. Y lo peor, han sido PAGADOS en su producción para no ser vendidos.
A diferencia de la industria del automóvil, que fabrica el coche Just in Time, nosotros producimos libros Just in Case, y eso es durísimo, porque todas las editoriales invertimos mucho dinero que, inevitablemente, en ocasiones, se pierde.

Setenta millones de libros sin vender... Para la quema, el reciclaje o el olvido. 
¿Cuántos más se publican en Amazon sin ser leídos, o leídos apenas por unos pocos conocidos o amigos?
Tanto esfuerzo, tantas horas, tanta energía y creatividad dilapidada...

Y ahora, la gráfica. El diagrama de abajo representa el peso del mundo editorial en el mundo, por idiomas. ¿Creíamos que el español es el idioma número dos, después del inglés? Sí en hablantes, pero no en peso editorial.  Como dice Jordi Nadal...

Aunque nuestro mercado hispanoparlante es demográficamente poderoso, somos una lengua culturalmente periférica, y no parece que crezca nuestra influencia (España supone un porcentaje tan pequeño que hasta el autor de la filmina tapó el nombre con la etiqueta de Hispanoamérica). El mundo [editorial] es anglosajón, chino y alemán, con restos de grandeur francesa (son grandes lectores; a diferencia de aquí: Vincent Monadé, presidente del Centro Nacional del Libro Francés, autor nuestro, dijo en una visita reciente que en Francia tener una biblioteca en casa es una señal de logro social).


Ya lo sabéis, compañeros escritores. Buscad traductor o escribid una versión inglesa, china o alemana de vuestros libros. O mejor, buscad un agente en USA, China o Alemania, ¿quién sabe? Tal vez de ahí pueda surgir la oportunidad...

Si no, siempre nos queda Amazon, donde, al menos, se puede sobrevivir. ¡Bienvenidos a la jungla!