Cuando el fruto cae por su peso

Ser escritora es algo que jamás planeé en mi vida. Sí, me gustaba mucho leer, y ya de niña escribía cuentos y muchas historias que dejé inconclusas… Pero de ahí a ponerme el capelo de escritor, ¡hay un gran trecho! No, definitivamente, eso no era para mí. Jamás me creí capaz de empezar –y acabar– una sola novela.

Pero, como se suele decir, cuando el fruto está maduro cae por su propio peso. Siempre recordaré la noche del 28 de agosto de 2004, cuando, harta de los programas que emitían por televisión, cerré el aparato, me senté ante mi ordenador, abrí el Word… y posé las manos sobre el teclado.

Comencé a escribir. La historia –Cuento, lo titulé– me rondaba por la cabeza desde hacía meses, y pensé: voy a distraerme un rato poniendo por escrito todas esas fantasías.

Comencé… y no paré. La pasión me atrapó de forma inesperada y arrebatadora. El cuento se alargó, los personajes crecieron… y, cuando me quise dar cuenta, las cien páginas primeras se convirtieron en doscientas, luego en trescientas… hasta superar las quinientas.

De pronto me di cuenta de que eso era algo más gordo que un mero pasatiempo, y comencé a imprimir borradores para repasar y corregir. ¡Nunca me había sucedido algo semejante! Supe que no podía parar hasta acabar la historia, y así lo hice. La completé con dos más en mente, para continuar. Fue mi primera novela, inicio de una trilogía que trajo cola…

Busca un mentor

Mi actividad literaria permaneció en secreto, hasta que un día un amigo pilló un fajo de folios de un borrador que me había olvidado en la bandeja de la impresora. Los estuvo hojeando. “¿Qué es esto?”, me preguntó. Roja como un tomate, le quité importancia, mientras le arrebataba los folios de la mano. “Nada. Tonterías. Cuentos que se me ocurren…”. “Pero es muy bonito”, insistió él, “Dices cosas hermosas. ¿Por qué no lo publicas?”

¡Ah, ese fue el primer empujón! Publicar… mágica palabra que me comenzó a acechar. Publicar… Publicar mi libro. Mi novela. ¡Tampoco lo había pensado! Pero… ¿por qué no?

Así fue cómo fui atacada por la fiebre del publicar.

No conocía en absoluto el mundillo literario, ni sabía cómo comenzar. Así que pensé: pide consejo, busca ayuda de alguien que sepa… Casualmente, había tenido ocasión de conocer a una buena escritora de mi ciudad, especializada en novela histórica, que ya había publicado varios libros. Había colaborado con mi fundación dando alguna conferencia y su hijo trabajaba en mi equipo como informático. La llamé por teléfono y le expliqué. “He escrito una novela… Me gustaría publicarla… ¿Podrías aconsejarme?”. Ella pareció muy contenta de mi llamada, en seguida se interesó y quedamos a tomar un café. Antes de vernos, ya me dio algunas recomendaciones por teléfono. “Redacta una presentación del libro que sea atractiva y una sinopsis. Elige un capítulo o dos para presentar a los editores. Y hablamos”.

Consejos de escritora consagrada a una novel novata

El día del encuentro estaba tremendamente emocionada. Era la primera vez que hablaba con una escritora… como aprendiz de escritora. Le llevé la sinopsis, un elenco de personajes y una muestra de fragmentos de mi novela. De alguna manera, era como confiarle mis criaturas, algo muy íntimo que aún no había querido mostrar a nadie. Ella prometió leerlo y darme su opinión. Me pasó un listado de editoriales que conocía, con nombres, teléfonos y direcciones, y me dio sus primeros y valiosos consejos, en medio de una conversación apasionante, que aquí voy a intentar reproducir:

1. Un buen escritor no se hace en dos días. Por lo general, lleva unos diez años para madurar. Me confesó que sus primeras novelas las tenía guardadas en un cajón y que, ahora, ni aunque le pagaran por ello, querría publicarlas. El secreto para madurar es escribir, constantemente, como una disciplina, a diario si es posible. Ella lo hace desde que tenía doce años, y ahora tiene 42.
(Este consejo lo he recordado, con cierto dolor, tiempo después…)

2. A la hora de presentar un escrito a la editorial, conviene redactar una presentación que haga la obra interesante y “vendible”, y una sinopsis. Si un autor no sabe resumir bien su propio libro… ¡mal síntoma! A esto se le añaden uno o dos capítulos de muestra. Pueden ser el primero y otro al azar. Un listado de personajes también ayuda. Algunas editoriales lo piden. El manuscrito debe presentarse bien impreso y encuadernado.

3. Tener paciencia: las evaluaciones de los editores tardan entre tres y doce meses en llegar, ¡o más!

4. No limitarse a probar suerte con una sola editorial: es mejor enviar el escrito a varias. Así, cuando lleguen los primeros “no” siempre te queda una expectativa abierta, con las otras… Es mejor tener que elegir, ¡si llega el caso! (A ella le ocurrió. Su última novela la querían en varias editoriales, pero al final prefirió esperar la valoración de la que le interesó más, y ha publicado con Planeta).

5. Sobre la autoedición, no me la recomendó. Si no tienes medios ni tiempo para distribuir o vender los libros, ni para irlos repartiendo de librería en librería, puedes quedarte con un stock de libros acumulados… Además, económicamente no todo el mundo se lo puede permitir.

6. Sobre la extensión de la obra. Cuando se trata de un autor novel, las editoriales prefieren no arriesgarse. No cuesta lo mismo publicar una novela de doscientas páginas que un tocho de quinientas. Para ser el primer libro, es mejor presentar obras breves, incluso relatos.

7. Mantenerse activo siempre. Una vez acabas una novela, o incluso cuando la publicas, has llegado a una meta, pero hay que seguir. Explorar ideas nuevas, no dejar de escribir, mantenerse siempre “en forma” literaria e ir produciendo diversas obras.

8. Sobre la especialización. Cuando le comenté el tipo de novela que había escrito, me dijo que la épica fantástica era un terreno que conocía poco, quizás poco valorado, pero que era positivo especializarse en algún género. Sin que eso te encasille, en cierto modo da cierta credibilidad.

9. Da a leer tu manuscrito a otras personas. Esto es algo que no pensé hacer… por pura timidez. Ella leyó fragmentos. Posteriormente algunos colegas de lo foros han leído mi primera novela y me han dado su parecer.

A la semana, la que ya consideré mi mentora me llamó por teléfono. Temblando, escuché su veredicto… “No necesitas diez años para empezar a publicar”, me dijo, y lo recuerdo como si fuera ahora. “Escribes muy bien y ya puedes comenzar”.

A la caza de editorial

Con mi primera novela acabada y corregida (al menos, en esa época aún me parecía potable), comencé a contactar editoriales. Llamada de teléfono, presentación y envío de originales, con sus muestras y sinopsis. ¡Se gasta mucho en papel, tinta y encuadernación! Pero todo sea por la causa.

¿Cómo seleccioné las editoriales? Hay una manera muy elemental: ve a la librería de tu casa y comienza a tomar nota de las contratapas de los libros que publican obras del estilo de las tuyas. Luego están las listas que te pasan amigos y conocidos… y, por supuesto, Internet.

He aquí un magnífico enlace de donde he sacado mucha información:
http://elmundolibro.elmundo.es/elmundolibro/letrasenlared/editoriales.html

Las primeras respuestas llegaron a los pocos meses. Los “noes” siempre son rápidos. La verdad es que con esta primera novela no tuve mucha suerte (¡afortunadamente!, pienso ahora). La envié a once editoriales. De algunas, he recibido respuesta casi dos años después.

No me desanimé porque siempre tuve dos apoyos que me iban espoleando: mi amigo y mi mentora me dieron alas y siempre han estado ahí, animándome.

Mientras tanto, seguí escribiendo. Durante el 2005 acabé la trilogía, con su segunda y tercera parte. Al finalizar la tercera, me di cuenta de que algo había evolucionado en mí. Esta última era mucho más madura, más profunda… Y ya tenía ideas bullendo en el cerebro para otras novelas.

En el 2006 escribí la cuarta novela, más breve, unas 250 páginas. Entonces decidí presentar ésta a las editoriales. Formaba en sí una historia “redonda” y pensé que sería más fácil que me la publicaran. Y repetí el proceso.

En total, la envié a… ¡veinte editoriales! A algunas el manuscrito, otras me pidieron sólo la sinopsis, lista y muestra de capítulos, más un currículum literario.

Por cierto, esta es la que me va a publicar Espasa (que no es ninguna de esas veinte), imagino que en buena parte por obra y gracia de mi agente.

Cuando escribí mi quinta novela, también procedí a bombardear editoriales. La envié a doce, de las cuales he recibido dos “no”, por ahora, y una propuesta rápida de co-edición, que rechacé (de eso hablaré en otro capítulo).

Como veis, se trata de iniciar una campaña en toda regla y de sostener el ataque con perseverancia espartana. Un poco belicosa la comparación, pero una que es un poco guerrera...

Los foros de Internet

Un buen día, cayó en mis manos un manual de esos que prometen éxito empresarial rápido: Treinta días para lanzar tu negocio en Internet. No tenía nada que ver con literatura, pero lo leí para mejorar mi trabajo profesional… Entonces, vi que podía aplicar sus principios a mi incipiente carrera literaria. Y así lo hice.

Fue de esta manera cómo, buscando por Internet, di con los foros literarios. Eché un vistazo a dos o tres y me quedé en Bibliotecas Virtuales. Esto fue en septiembre de 2006. Más tarde, ingresé en www.sedice.com, concretamente en el espacio Tierra de Leyendas. También he participado durante un tiempo en Letras Escondidas. Actualmente frecuento Prosófagos.

Los foros me abrieron muchas perspectivas. Podría enumerar una larga lista de cosas que he aprendido y progresos que he hecho gracias a que un día entré ahí… Además de conocer a otras personas que aman las letras y, supongo que al menos unos cuantos, anhelan publicar un día.

Resumo lo que me he aportado frecuentar los foros literarios, ¡que no es poco!

El apoyo humano y emocional de muchas personas que están en mi misma situación, parecida, o que ya llevan camino recorrido por delante y me han enseñado. Compartir afición, sueños y peripecias anima muchísimo y te da coraje para seguir.

La publicación de mi primer libro de no ficción: alguien anunció en un hilo de BV que una nueva editorial aceptaba originales y ni corta ni perezosa los contacté… Así fue cómo llegué a publicar mi primera obra.

¡Aprendí a escribir cuentos! He explorado temas, estilos y argumentos que nunca soñé tocar… Escribir, recibir las críticas de los compañeros, leer los cuentos de los demás, comentar; todo ha sido un magnífico ejercicio que me ha ayudado como escritora. Es como participar de un taller literario con tertulias e intercambio de ideas.

Contacté con Prometeo, autor del blog http://miseriasliterarias.blogspot.com. Este ha sido mi mentor virtual. Le pedí consejo para publicar mis novelas y fue él quien me sugirió que buscara agencia, recomendándome varias. Otro amigo escritor, novel también, me facilitó un listado. Seguí su consejo… Y ya he firmado con la primera agencia que contacté, Sandra Bruna, y tengo una novela marchando.

Así que, aparte de todo lo que he aprendido, puedo decir que los foros me han ayudado a afianzar mi carrera literaria.

Un tropezón… del que también aprendí

Mi amigo –el que me “descubrió”– durante un tiempo se dedicó a buscar cosas sobre editoriales y publicaciones en Internet. Fue él quien me dio a conocer empresas como Trafford o Libros en Red, que te publican tus libros en versión digital o “POD” (impresión a demanda) y te los promocionan por la red, colgándolos en prestigiosas librerías virtuales como Amazon y Barnes & Noble.

Con el entusiasmo y la fiebre del novato, me dejé engatusar, ansiosa por ver mi primer libro convertido en un tomo impreso, con su tapa y sus hojas… Decidí invertir en la publicación de mi primera novela el dinero que gané con un premio literario. Así que me lancé y firmé contrato con Libros en Red para editar mi primera novela (la primera parte de la trilogía), La balada de Maya.

¡Uf! Pasó un año entre que firmé y salió el libro. Y en todo ese tiempo aprendí muchas cosas… tantas, que cuando el libro salió a la luz, ya estaba totalmente arrepentida de haber dado ese paso.

En primer lugar, la novela era tan extensa que tuvieron que editarla en dos tomos, con lo cual cambiaron necesariamente la tarifa de publicación y las condiciones del contrato.

En segundo lugar, si no pasé cinco correcciones al texto original, ¡no le pasé ninguna! Decenas de páginas llenas de anotaciones, añadidos, cortes, pulidos… Alguien me preguntó una vez si tenía un negro para revisarme los textos. ¡Yo misma he sido mi negra! Aún no sé cómo pude corregir tantas veces las casi novecientas páginas del relato. Acabó siendo obsesivo, siempre encontraba algo que mejorar. Por fin, decidí darle el visto bueno final. A todo eso, cada vez que el texto debía corregirse, tuve que pagar un plus por retocar la maqueta…

La portada del libro fue otra historia. Me presentaron un diseño espectacular, pero que no se avenía con el contenido. Así que les expliqué mi idea de portada… ¡Nunca encontraban la imagen adecuada! ¿Tan difícil es buscar o dibujar una amazona a caballo? ¿Un barco vikingo? ¿Un grupo de jinetes armados? Al final, tuve que enviarles unos esbozos dibujados por mí misma, que utilizaron para la tapa del primer tomo. Diseñaron no menos de siete pruebas, hasta que les di el visto bueno. Reconozco, eso sí, que tuvieron mucha paciencia.

El mapa, ¡otra odisea! Como sé dibujar con lápiz, pero en ordenador no tengo ni idea –se ve que hay programas fantásticos para diseñar mapas, pero no los domino– les dibujé mi mapita, lo escaneé, le puse los nombres y lo convertí en un documento pdf para que lo insertaran. Resumo, porque sería demasiado largo. ¡No podéis imaginar lo que costó que el mapa saliera mínimamente visible, con los nombres y los dibujitos en su lugar!

A todo esto, una vocecita en mi interior comenzó a decirme: tantos problemas, tantas dificultades, sólo quieren decir una cosa… Este proyecto nació torcido, será porque no tenías que embarcarte. Pero ya era tarde. El contrato estaba firmado, y yo tirándome de los pelos. Ya había escrito mi quinta novela y esta primera me parecía tan pedestre, tan simple, tan defectuosa…

Cuando los veinte ejemplares me llegaron por correo a casa, no supe si reír o llorar. Los miré con cariño y con pena. Regalé dos a mi amigo, porque me los pidió, y los demás los conservo en una caja, bien escondidos… Libros en Red ya abrió mi espacio para anunciarlos y también están en Amazon y Barner & Noble. ¡Rezo para que nadie los vea y pasen desapercibidos!

Moraleja triple: No te precipites. No publiques tu primera novela, a menos que una editorial reconocida quiera lanzarla. No autopubliques.
Y, paciencia, paciencia…

Bueno, mejor no lamentarse ni mirar atrás. Algo positivo siempre se obtiene, aunque sea la experiencia. De todo se aprende… Sí, desde luego, algo he aprendido.

Sobre agentes, tiburones y otros especímenes

Durante mi búsqueda de agencia, he tenido otras experiencias curiosas.
Una agencia seria, en principio:
- actúa como intermediaria entre autor y editorial, quedándose una comisión sobre las ventas del libro (no más del 30 % sobre el porcentaje que se lleva el autor)
- nunca cobra nada por adelantado
- no te ofrece gato por liebre –o sea, no te cobra por supuestos trabajos de corrección, revisión, promoción, etc. de los cuales “antes” no te ha comentado nada, o bien no te propone una co-edición camuflada, que también puede ocurrir

Pero en este mundillo hay de todo, y debo decir que a algunos autores les ha ido bien con otras alternativas. Contacté, a través de una amiga, con un agente por Internet. Para no dar más datos, lo llamaré agente X. Trabaja freelance, se interesó por una de mis novelas, se la envié por e-mail, la leyó… y en quince días me dijo que tenía una oferta de una editorial muy seria para publicar.

¡Demasiado bonito para ser cierto! Emocionada y hecha un flan, conseguí enfriar mi cabeza y pensar con racionalidad. Le pregunté por las condiciones económicas de nuestro trato, por detalles más técnicos… y resulta que me pedía, por adelantado, 900 euros en concepto de revisión, representación, sugerencias de correcciones y supervisión del diseño de la tapa; un contrato para ¡veinte años! Además del 30 % del anticipo que la editorial me iba a dar por la obra.

Ante esta respuesta, pedí consejo: a varios amigos, a mi mentora y a Prometeo –y todos me dieron su atinado parecer. Coincidieron que esas condiciones no eran aceptables, y es más, Prometeo me comentó que hay agentes que se valen de la inexperiencia e ingenuidad de los noveles para “apadrinarlos”, mimarlos y, de paso, sacarles más jugo. Así que le contesté al agente X que sólo quería un representante y un mediador, no necesitaba que me defendieran, me promocionaran o supervisaran el diseño por mí. Que tenía entendido que una agencia normal, de entrada, no cobra y que veinte años me parecía del todo excesivo para cerrar un trato.

En cuanto recibió mi mensaje, el agente cambió de inmediato su propuesta. Me explicó que él era más que un agente; que ayudaba a sus autores e incluso viajaba por ellos para ayudarles a documentar sus obras; que tenía contactos con los medios de comunicación para promocionarlos, en España y en el extranjero… Que trabajaba muy duro para competir con los “tiburones”, dijo, de las macro-agencias, que ya habían querido arrebatarle a alguno de sus escritores. Pero, si yo quería, podíamos trabajar sin contrato, sólo para esta novela, puntualmente, y que él se limitaría a cerrar el acuerdo con al editorial y a cobrar el 30 % del anticipo. Sin correcciones, sin promoción, sin asesoramiento ni demás.

Le dije que así me parecía mejor. Quedé en hacer una última corrección al original y enviárselo.

Fue entonces cuando recibí respuesta de Sandra Bruna, pidiéndome un plazo de dos meses para estudiar mis novelas antes de comprometerme con otras agencias. Así que avisé al agente; le dije que estaba esperando respuesta de otras agencias y editoriales y le pedí tiempo.

Cuando tuve la confirmación de S. Bruna, escribí al agente X diciendo que había recibido una propuesta que me interesaba mucho más y que, lógicamente, había decidido aceptarla. Le agradecí su atención y su tiempo y me despedí… (maldita la gracia que le haría, supongo) Me supo mal por él, pero hay que dar la cara, lo mejor que se pueda. No me respondió ni me ha vuelto a escribir.

* * *

Otra experiencia curiosa fue con la editorial Atlantis. Luego vi que en los foros de BV hay varios hilos concurridísimos donde cantidad de gente habla de su experiencia con esta editorial. Atlantis me ofreció co-editar mi quinta novela, La hija del Mediodía. Me respondieron a las pocas semanas de enviársela, con una valoración y una sinopsis de la misma, y una propuesta para publicar. El trato se resume así: yo corro con los gastos de imprenta, ellos se ocupan de la edición y de la promoción y distribución del libro. Vale dinero, pero tampoco es una suma inaccesible… El caso es que cuando me llegó su carta ya andaba muy escaldada con mi experiencia de Libros en Red y los agentes tiburón, así que les escribí agradeciendo la atención, pero rechazando la propuesta.

He leído en los foros que hay gente que ha quedado encantada de trabajar con ellos y otras personas que hablan pestes… En fin, es co-edición, hay que saberlo, y a partir de ahí no crearse expectativas falsas. Por su parte, el trato con ellos queda muy claro. Para algunas personas ha resultado una buena opción. Más no puedo decir.

A la caza de la agencia

El proceso de buscar agencia es similar al de buscar editorial. Siempre que me ha sido posible he buscado un contacto personal, telefónico, para poder “hablar” con la persona al otro lado. Casi todas las agencias, cuando aceptan nuevos originales, piden una sinopsis de la obra, degustación de uno o dos capítulos, elenco de personajes y currículum literario del autor –reseña bio-bibliográfica–.

A algunas les puedes enviar todo esto por e-mail, otras lo quieren impreso. En algún caso piden la obra entera.

La evaluación de las agencias varía. En mi caso, puedo decir que Sandra Bruna me dijo “dos meses” y fueron, efectivamente, dos meses clavados. Otras más famosas te dicen “tardaremos mucho” y sí, tardan mucho. De momento, sólo por curiosidad, sigo esperando respuesta de dos o tres… A ver qué me dicen, y cuándo.

Llamar por teléfono tiene ventajas. Algunos colegas me dicen que son muy tímidos y que prefieren hacerlo todo por carta o e-mail. En mi opinión, a menos que uno sea negado hablando, el hecho de oír la voz y poder conversar en tiempo real da más solidez al trato. Fue así como una agencia, Schavelzon y Asociados, me dijo que no aceptaban más originales, pero que me enviarían una carta con consejos para los noveles.

Esa carta es estupenda. Ofrecí enviarla a quien la quisiera, desde los foros de BV, y he recibido decenas de peticiones. Da muy buenas recomendaciones y una idea del mundillo editorial muy útil para los que empezamos a navegar por esas aguas… Yo seguí esos consejos, un poco a mi manera, ¡y me ha resultado!

Cuando Sandra Bruna me llamó para decirme que les interesaba hablar conmigo, concertamos una entrevista cara a cara. Fue en julio pasado, y todo fue sobre ruedas. Nos caímos bien de inmediato, ella se había leído una de mis novelas –la que voy a publicar–, dijo que le gustaba mucho y quedamos que en septiembre firmaríamos el contrato. Me explicó cómo funcionaba la agencia y me presentó a sus ayudantes —entre ellas, la que será mi “enlace”—. Me comentó que ya tenían a muchos autores, pero que siempre dejaban una puerta abierta a noveles y a ella, personalmente, le gusta el género de aventuras épicas –cosa que a no todas las agencias les convence.

En septiembre firmé mi contrato con ella y, al cabo de un mes, ya tenían una oferta para editar mi novela. Sandra quiso llamarme en persona para comunicármelo —las buenas noticias, mejor de viva voz que por e-mail, es una de sus formas de hacer—. En diciembre firmé el contrato con Espasa.

El primer libro publicado

Un día alguien colgó en los foros de BV un anuncio: “Nueva editorial acepta originales”. El post precisaba un nombre y un e-mail. Ni corta ni perezosa, escribí al e-mail y me respondieron en seguida.

Se trataba de una editorial de nueva creación, Doss Ediciones, ubicada en Sevilla y gestionada por una empresa que se dedica a diseñar proyectos educativos y material pedagógico para la Junta de Andalucía. Me dijeron que no pretendían publicar novelas ni ficción, por el momento. Entonces recordé un manuscrito que tenía en casa, olvidado, desde hacía un par de años. Se trataba de un librito de autoayuda que titulé Cómo curar los sentimientos negativos. Les pregunté si aceptarían algo así y me dijeron que les enviara el texto.

Lo hice. Lo leyeron, les gustó y en par de meses firmamos un contrato de edición. ¡No me lo podía creer! Era la última cosa que esperaba publicar. Después de haberlo enviado a editoriales como Paidós, Plaza Janés, Urano y otras, y de haber recibido varios “no” o simples silencios ignorantes, casi lo daba por perdido.

Sobre detalles del contrato, si alguien está interesado, me puede escribir. Básicamente estipula que la autora se queda con un 10 % sobre el precio de venta, la editorial se queda con los derechos del autor para su edición y distribución en cualquier formato, dura unos siete años (lo acorté, al principio me propusieron diez) y otros aspectos legales que supongo que son preceptivos en este tipo de documentos.

En pocos meses, el libro estuvo listo. Me pasaron una primera maquetación para corregir. La corregí. Y aún se me saltaron cosas, pequeños errores que, por desgracia, aparecen en la edición final.

También me presentaron varios diseños de portada, a ver qué me parecían. Rechacé algunos, no me acababan de gustar. Al final, les hice unas sugerencias, me dieron a elegir entre varias imágenes y escogí la que sale en la versión definitiva. En esto, reconozco que respetaron mucho mi parecer.

Por fin el libro salió en primavera pasada. Si queréis saber más detalles sobre la presentación que hice en Barcelona, podéis visitar este enlace
Si os interesa, el libro se puede adquirir on line en versión digital o en versión impresa.

El problema de la distribución y las editoriales chiquitas

Para la distribución del libro, me habían comentado que se vendería en el Corte Inglés y en las librerías La Casa del Libro y yo, ingenuamente, pensé que lo repartirían por todos los Cortes Ingleses y Casas del Libro de la geografía española… Pues no ha sido así. Está en los de Sevilla y no sé si llegó a Madrid.

Posteriormente, hice la gestión para presentar el libro en Barcelona y ahora también lo tienen en la librería Excellence. Más recientemente lo hablé con una librería de mi ciudad y también lo tienen aquí.

La venta fuera de Sevilla, por tanto, se limita a dos puntos de Barcelona y a las tiendas virtuales, en versión digital y recientemente también en la impresa, amén de las ventas que he ido haciendo yo misma, comprando paquetes de libros a la editorial y enviándolos a familiares, amigos y conocidos que me lo pedían. O sea, que he hecho de distribuidora de mi propia obra. Cuando escribí a los editores quejándome por la poca difusión, me dijeron que eran una editorial pequeña, que ya me habían avisado que no tenían todos los medios que deseaban para difundir el libro y que pronto abrirían una web para venderla en versión impresa por Internet. Bueno, eso es exacto a medias, la verdad es que esperaba un poco más…

¡Estas son las desventajas de trabajar con editoriales pequeñas, que, además, como era este caso, son principiantes y tienen pocos recursos! Pero bueno, es el primer libro, el “ensayo”, la novatada, y todo sirve para aprender. Al menos estoy contenta de haberme estrenado. Como dice mi mentora, ya tengo un libro publicado por cuenta ajena en mi CV literario, y todo es empezar.

¡¡Qué rabia!!

Ahora que tengo agente me da rabia. Sandra Bruna se interesó mucho por el libro Cómo curar los sentimientos negativos, me pidió un ejemplar y me dijo que tenía contactos con editoriales como las que me lo rechazaron en su día… ¡Ah, seguro que ahora, con ella, podría haberlo publicado en editoriales más conocidas, y con garantía de difusión!

Otra cosa que me mosqueó mucho fue el comentario de uno de mis editores. Cuando ya el libro había salido, me comentó en un mensaje: “Fíjate qué curioso. Hay otro libro titulado “Superar los pensamientos negativos”, publicado recientemente por Urano…” Cuando vi el enlace del libro por Internet, estuvo a punto de darme un infarto. Leí la sinopsis, ¡es una copia casi calcada de mi idea, del enfoque que doy a mi libro, de los temas que trato…! Sólo que cambian ligeramente el título, añaden algún que otro tema -e imagino que el contenido no es idéntico- y su autora resulta que es una señora con exótico nombre hindú. Editorial Urano, ¡cómo me indigné ese día!, había sido una de las que me rechazaron, pero yo les había enviado el original, impreso… y nunca me lo devolvieron.

Se lo comenté a Sandra y ella me dijo que esas cosas pasan… De ahí las ventajas de contar con un agente. Ahora, ¡de ahora en adelante, no sacaré un libro que no pase por sus manos!

Cómo publicar en tiempo récord

Bueno, esta es la increíble y breve historia de cómo llegué a encontrar editorial para el segundo de mis libros que verán la luz (tampoco es una de mis novelas).
El libro nació de una serie de artículos que había escrito para un blog. Varias personas me sugirieron que los recopilara, hiciera un libro y lo presentara para publicar. Así lo hice. Con el resultado que, tres semanas más tarde de haber enviado el original a varias, una de ellas se interesó mucho y, en menos de un mes, firmamos el contrato de edición.

Ahora el libro está “en el horno”, como se suele decir. Comenzaron a trabajar con el texto hacia finales de año, ojalá salga para primavera.

Varios factores, a mi ver, han confluido para conseguir este resultado tan inmediato.

Especialización. El libro trata un tema concreto en un ámbito muy específico. Y busqué editoriales especializadas en ese campo.

Fuego a discreción. Cuando obtuve direcciones y contacto de no menos de dieciséis editoriales especializadas, ametrallé sin piedad, ¡fui a por todas!

Rápida respuesta. De las 16, cuatro se interesaron en el libro, dos me dijeron que no y el resto no respondieron. Apenas me pidieron el texto original, se lo envié sin demora.

Tema de candente actualidad. Dentro de la especialidad, mi libro toca un tema que “está de moda”, por así decir. Imagino que esto también influyó en la decisión de la editorial.

Así que, si alguien ha escrito algo sobre una disciplina que domine, ya sabe. Quizás tenga oportunidades de publicar un ensayo o libro más “técnico” antes de rodarse en el inmenso campo de la ficción. Al menos, ya tendrá una primera obra en su currículum literario, y esto, según me dice mi mentora, cuenta mucho de cara a las agencias y futuras editoriales. Ya no eres un “novel”.