Una antología de la muerte...

El amor y la muerte son dos temas eternos en la literatura. Quizás porque ambos van ligados a la finitud y al misterio, esas fronteras que la palabra escrita intenta, de alguna manera, superar... Sobre la muerte tratan los cuentos de Necroslogía, un proyecto literario de La Tribu. Todo comenzó cuando un día alguien tuvo la idea loca de publicar un libro conjunto... Y  decidimos, cada cual desde su particular óptica y sensibilidad, escribir un manojo de relatos con el hilo de las parcas como hebra común.

Ahora ya está en Amazon, disponible en versión kindle. Todo cuanto se recaude de la venta será para la Fundación ADEMO, que atiende a menores con discapacidad y presta apoyo a sus familias. Os invito a disfrutar de esta antología de la muerte, un viaje no siempre tétrico, aunque sí inquietante, con alguna que otra sorpresa inesperada...

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Margarita, está linda la mar...


…y el viento lleva esencia sutil de azahar; / yo siento en el alma una alondra cantar, / tu acento. / Margarita, te voy a contar un cuento…

Estos versos, ligados indisolublemente a mi infancia, a los veranos felices en el pueblo de mis abuelos, la Noceda verde y soleada de mis vacaciones salvajes entre prados, establos y castañares, me han venido a la memoria cuando San Google me ha anunciado en la pantalla que hoy se cumple el 146 aniversario del nacimiento de Rubén Darío.

Rubén Darío, para mí, va ligado a la memoria de mi abuelo, que se sabía muchos de sus poemas de memoria. Y nos recitaba, a mi hermana y a mí, este de la princesa que vivía en un palacio de diamantes, haciéndonos soñar bajo la sombra del manzano del patio. Y ahora, como pequeñito homenaje a este grandote poeta, me permito releer y plasmar aquí algunos de sus versos. Son del Poema del otoño, su peculiar, lírico y fogoso Carpe diem:

Mas coged la flor del instante,
cuando en Oriente
nace el alba para el fragante
adolescente.
¡Desventurado el que ha cogido
tarde la flor!
Y ¡Ay de aquel que nunca ha sabido
lo que es amor!

Yo he visto en tierra tropical
la sangre arder,
como en un cáliz de cristal,
en la mujer,

Y en todas partes la que ama
y se consume,
como una flor hecha de llama
y de perfume.

Abrasaos en esa llama
y respirad
ese perfume que embalsama
la Humanidad.

Gozad de la carne, ese bien
que hoy nos hechiza,
y después se tornará en
polvo y ceniza.

Gozad del sol, de la pagana
luz de sus fuegos;
gozad del sol porque mañana
estaréis ciegos.

Réquiem por Catalònia


El otro día lo escuché por la radio. Y ayer tuve la ocasión de verlo con mis propios ojos. Me detuve ante la pared acristalada para leer el anuncio del propietario, una larga nota impresa en un papel A-3 y pegada con celo en los cuatro vanos de la entrada del local.

Sí, la noticia era cierta. Por la dichosa crisis y la caída en la venta de libros, Catalònia, la librería quizás más emblemática del centro de Barcelona, cerraba sus puertas.

Leí la nota con tristeza, como quien no quiere creérselo. Apenas una semana atrás todavía era esa librería moderna con aire de biblioteca, concurrida y acogedora ―¿qué espacio cubierto de libros no lo es, para un amante de las letras?―, donde podías encontrar todos los libros, incluso los que difícilmente se podían encontrar en otras partes salvo, claro está, La Casa del Libro y El Corte Inglés. Pero la Catalònia era más que una librería grande. Leyendo esa nota «de defunción» me dije que su muerte era un signo de este cambio de época que vivimos, tiempos revueltos donde también la literatura vive sus agonías y sus despertares, la inevitable expansión del papel a las ondas, el ocaso del mundo editorial clásico y el apogeo de las letras en la Red. Sí, el cierre de Catalònia es un canto del cisne en esta época de transformación, donde veremos muchas otras muertes, pero también amaneceres.

Y se despierta en mí una cierta rebelión, un cierto deseo de unirme a ese canto nostálgico al viejo mundo, al mundo del papel, del largo proceso editorial en el que intervienen un montón de personas, nombres que quizás nadie conocerá porque no salen en la tapa… Ese mundo donde la literatura todavía tiene mucho de artesanal, tanto por parte del escritor como del equipo de correctores, ortotipógrafos, diseñadores e impresores que hay detrás. Un mundo donde un libro no se puede parir deprisa. El mundo de la letra impresa en libros de tomo y lomo. Por mucho que la literatura digital avance, y aunque sé muy bien que pronto me compraré mi lector digital, aún prefiero el libro de siempre, el de hojas y papel, el que ha costado dinero porque hay muchas manos detrás de él, el que huele a viejo cuando envejece y se arruga cuando se lee mucho. Un invento genial que, por mucho que clamen algunos, sigue siendo para mí el formato más práctico, sostenible, limpio, ecológico y cien por cien reciclable. (Estoy segura de que para hacer un libro se cortan muchos menos árboles y se quema mucho menos petróleo que para fabricar un solo componente de un lector electrónico.)

Sirvan estas líneas de homenaje a todos los libreros que han trabajado durante décadas por ofrecer al público uno de los mayores tesoros que se pueden brindar. A todos los que han tenido que cerrar y a los que resisten contra viento y marea.

Dicen que donde estaba la Catalònia pondrán un McDonalds. Vaya. ¿Otro? Parece que las hamburguesas no están en crisis, como los libros… Bueno. En la calle Princesa de Barcelona hay otra antigua librería, la Almirall, que ya hace años cerró para convertirse en horno de pan. El establecimiento ha conservado la estructura antigua: el mobiliario, el cartel, el escaparate modernista. Es un horno estupendo, donde venden panes artesanales con harinas de cereales diversos ―confieso que soy clienta esporádica de esta panadería, fan del pan vikingo y del tres espigas―. Aunque me da una cierta pena contemplar las viejas estanterías, que un día estuvieron repletas de libros, ahora ocupadas por brioches y latas de aceite ecológico.

Claro, hay que comer. Ay… No solo de pan vive el hombre.

Sobre la sangre derramada


«En este libro he reunido cuatro relatos de mayor extensión que los publicados en Cosas que nunca confesé a nadie. Aunque los temas que abordo en ellos son diferentes entre sí, hay una ciudad que los une: San Petersburgo, Rusia. Y un denominador común: la infidelidad en sus diversas formas de manifestarse.»

¿Promete? Pues más aún si os adentráis en sus páginas. He tenido el honor y la alegría de prologar este nuevo libro que Boris —Manuel Navarro Seva— acaba de publicar. Está disponible en Amazon.es y, al igual que con su antología de cuentos, mi recomendación es total. Estos relatos son más largos que los que anteriormente publicó y se leen con la misma fruición con que uno se engancha a una buena película. Literatura de la buena.

Otro detalle bonito es que tras los bastidores, en el diseño, maquetación y revisión del texto, hemos colaborado algunas personas amigas. Nada fuera de lo normal salvo que el autor ha sido tan generoso que nos ha incluido en la ficha del libro. ¡Eso es saber agradecer!

En este enlace podéis ver la reseña del libro y descargarlo en formato Kindle. ¡Que lo disfrutéis!