¡Otra entrevista! Que en principio debía ser para cerrar temas y al final se ha convertido en una encrucijada donde de nuevo se me abren puertas, o caminos, diferentes.
Esta semana pasada tuve una larga conversación con mi editor de Minotauro. Hablamos del panorama literario, de mis novelas y de las posibilidades que tenemos los autores que, como yo, apenas hemos iniciado nuestra carrera, ese largo maratón que pasa por diferentes etapas. Y ahora toca una cuesta arriba, difícil para todos. También para el mundo editorial, como me explicó.
¿Lo mejor? La cordialidad y la franqueza con que se desarrolló todo. Hablamos en un clima de confianza y, de nuevo, como me sucedió con Sandra, creo que la voluntad de querer facilitar las cosas y no cerrar puertas definitivamente ayudó a que hubiera sinceridad y claridad. Salí con un buen sabor de boca y… ¿por qué no decirlo? Con esperanzas.
Conclusiones. Respecto a mis obras, de momento el tema ciencia ficción queda en pausa. No le ha gustado la continuación que escribí para Ciudad sin estrellas, me explicó de manera breve y gráfica por qué y esa cuestión, por ahora, queda zanjada. En cambio, aceptó leer una de mis novelas inéditas de fantasía, que hoy mismo le he enviado. ¡Crucemos los dedos! Y me ofreció contactos y referencias en cuanto a la otra novela que estoy comenzando a mover ―histórica― y otra que aún no he terminado.
Respecto al mundillo literario, lo que me explicó no difiere mucho de las impresiones de Sandra Bruna. Anoto varios aspectos, sin embargo, que destacó y que dan para pensar un rato.
Uno. La crisis está afectando tanto que los libreros, desesperados por vender ya mismo, rápido, no dan margen a que los libros puedan hacerse un lugar, ser leídos, comentados y recomendados. El editor me habló de los long sellers, que necesitan un tiempo para consolidarse y que pueden venderse muy bien gradualmente, gracias al boca oreja de los lectores y a lo largo de prolongados periodos de tiempo. Ahora, las librerías no dan tiempo a que este fenómeno se produzca.
Dos. Como ha ocurrido con el mundo inmobiliario, se ha dado una burbuja editorial. Según él, durante los años de bonanza todas las editoriales se lanzaban a publicar montones de títulos, incluso obras que no veían muy claro que resultaran: se arriesgaban a probar. Ahora esta burbuja ha hecho bluf, se vende muchísimo menos y las editoriales han reducido hasta un 40 y un 60 % menos los títulos que sacan cada año. Por tanto, el filtro selectivo ha de ser mucho más fino. De hecho, me decía, este es el papel del editor: seleccionar y ser exigente con lo que se publica.
Tres. Pero, al mismo tiempo, admitió que muchas veces prima el factor comercial por encima del literario. Y hablamos de éxitos de ventas cuyos editores incluso empujan al autor, ofreciéndole jugosos anticipos, para prolongar sus sagas y escribir más libros de los previstos en su idea original, porque saben que tienen el público asegurado.
Cuatro. Me confirmó la tendencia que hablamos con Sandra, que “la clase media” está desapareciendo. Se venden, mucho, unos pocos best sellers. Y se venden, mucho menos, las obras de autores medio conocidos o noveles. El abismo entre unos y otros es enorme y creciente. Este año, me dijo, lo que realmente se ha vendido bien son las famosas Sombras de Grey. El resto de autores, especialmente hispanos… ¡lo tienen más crudo!
Cinco. Sobre América, me comentó que las filiales del Grupo Planeta en Latinoamérica presionan por obtener títulos de España y comercializarlos, pero ¿qué sucede? Publicar, imprimir y enviar los libros desde España aumenta los costes y el precio final, en América, es caro. En España proponen que sean las sucursales americanas las que se ocupen de imprimir y distribuir, desde allá, en formatos y precios más asequibles. Pero, según parece, allá remolonean y tampoco quieren correr con los gastos y el riesgo de lanzar ellos una tirada. Así están las cosas…
Seis. Sobre tendencias en el campo fantasía, ciencia ficción y terror, me dijo tres cosas curiosas. Que la ciencia ficción triunfa en USA y en Europa anglosajona (Gran Bretaña, Alemania…) pero mucho menos en España. En España gusta más la fantasía (vamos, digo yo que será porque aún somos muy quijotescos y nos va eso de las caballerías, la capa y la espada). En México comentó que gusta especialmente el género del terror (¿tendrá que ver con todo ese folclore colorista de los espíritus y los muertos…?).
Cambiando de género, me dijo que la novela histórica sigue con buena salud, y que la Edad Media continúa estando en boga (¿y cuándo no?, ¡a mí me apasiona!). En cuanto a los temas bíblicos (ahí ando yo metida, ahora…) también me dijo que era un campo interesante del que siempre se pueden sacar buenos argumentos e historias.
Pues aquí estoy. En medio del camino, con más proyectos, más ideas, más esperanzas… ¡Sin prisa pero sin pausa, como buen maratonista!