Marie de
France, una de las primeras escritoras conocidas en lengua romance ―la langue d’oïl―
escribió doce relatos de amor inspirados en antiguas leyendas bretonas.
Los Lais
de Marie de France son una bella muestra de poesía y narrativa, donde la
elegancia de la forma se une a lo sugestivo del tema: amor, muerte, aprendizaje
y crecimiento, esos temas que son la raíz de los mitos y la savia de la
literatura que nunca pasa de moda…
Del prólogo a los Lais
extraigo estras frases de la autora, frases que resuenan en mí, como escritora,
y seguramente en muchos de los que leáis estas líneas.
«Aquellos a quien Dios favorece con el don de la elocuencia no deberían esconder su luz, sino, al contrario, mostrarla de buen grado. Si una gran verdad es proclamada a los hombres, es como un árbol que da mucho fruto; pero cuando la belleza del relato es alabada por muchos, las flores se entremezclan con el fruto en las ramas.
Según cuenta Prisciano, era costumbre entre los antiguos expresar de forma oscura algunos temas de sus libros, de manera que los que vinieran después pudieran estudiarlos con mayor diligencia para vislumbrar el sentido de sus palabras. Los filósofos eran conscientes de ello y fueron los que más se afanaron en esta labor y los que más sutiles distinciones hicieron, porque sabían que la verdad los haría libres. Estaban convencidos de que aquel que quisiera conservarse puro ante el mundo debía buscar el conocimiento, la sabiduría. Para alejar el mal de mí, y para huir de la tristeza, me he propuesto escribir un libro. Pensé primero que podía traducir una bella historia del latín o del romance a la lengua común. Pero descubrí que casi todas las historias ya habían sido escritas, y que no valía la pena, ¡lo ha hecho tanta gente! Entonces recordé los lais que tan a menudo había escuchado. Nunca dudé ―lo sé de cierto― que nuestros padres los compusieron para que pudiéramos recordar las proezas de los héroes de antaño. ¡He escuchado tantos, y durante tanto tiempo! La voz del trovador resuena en mis oídos, no quisiera que se perdiera en el olvido. Por eso he querido convertirlos en romances, tan bien rimados como he sido capaz, y esta tarea me ha costado muchas noches de vela.
En tu honor, noble y gentil rey, ante quien el júbilo se inclina, en cuyo corazón arraigan todas las virtudes, he recopilado estos lais y los he rimado. Antes de que ellos hablen por mí, dejadme elevar mi voz y decir: Señor, os ofrezco estos versos. Si os complace recibirlos, tanta mayor felicidad obtendré, y con mayor alegría viviré el resto de mis días. No me consideréis altiva o presuntuosa por osar brindaros este regalo. Escuchad, ahora, el inicio de esta historia.»
Cuatro cosas querría destacar de este prólogo. La primera es
la autoestima del autor. Cuando tantos escritores nos vemos a menudo aquejados
de inseguridad o dudas sobre nuestra valía, bueno es recordar que los talentos
no se hicieron para esconder bajo una mesa, sino para hacerlos brillar, y esto
no es arrogancia ni vanidad, sino natural expresión de lo que uno es y ama.
En segundo lugar, María da un motivo por el que escribe:
para alejar de ella el dolor y la tristeza. ¡Cuántas veces la literatura ha
sido la mejor terapia! Quien canta, su
mal espanta…
En tercer lugar, la poetisa reflexiona, ¿sobre qué puedo escribir?
Ya en el siglo XII parecía que todas las historias habían sido contadas… ¿Qué
decir, hoy? María rechaza volver a los temas clásicos archi-repetidos y decide
ir a los orígenes, al poema oral, a los mitos y cuentos atemporales que pueblan
el sutrato de una cultura. Cuántas veces, como recuerda C. S. Lewis, ser
original no es otra cosa que volver al origen y contar, de otra forma, los
temas de siempre.
Finalmente, María se dirige a un lector. No escribe solo
para sí misma, ofrece sus relatos a un rey ―posiblemente protector de su
familia―. En todo momento, mientras ha compuesto su obra, ha tenido en mente al
público que recibirá sus relatos.
¿Qué escribo? ¿Por qué escribo? ¿Para quién escribo? Son
tres buenas preguntas que todo escritor debe afrontar una y otra vez y sobre
las que vale la pena reflexionar con calma.
¿Queréis leer los Lais?
En inglés y on line los encontraréis en este enlace.
1 comentario:
Me ha llamado muchísimo la atención la frase "Para alejar el mal de mí, y para huir de la tristeza, me he propuesto escribir un libro". La tarea de escribir como terapia. Ello me recuerda el caso de Angel de Arriba que al quedarse en paro a los 58 años, escribió un libor que tituló "Atur i fé" y ello le conllevó una tarea de dar entrevistas y conferencias que le devolvió la autoestima.Todos necesitamos comunicar, no encerrarnos en nosotros mismos, pero cada uno tiene su propio don o carisma.
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