Dos días en Dos Hermanas

Bajo un sol veraniego, aunque ya entramos en otoño, y un calor propio de agosto, Dos Hermanas, ciudad vestida de blanco y albero, parece descansar plácidamente en la vega del Guadalquivir.

Pero… algo se mueve en el sur. Una onda expansiva cuyo epicentro está aquí, en tierras sevillanas, y que se extiende hacia el norte, hacia Extremadura, Madrid, Valencia… y ojalá llegue mucho más allá.

Algo se mueve. El epicentro de todo está, en realidad, en el ánimo de un grupo de amantes de las letras y de la fantasía que han demostrado, con estas jornadas literarias, que un sueño puede hacerse realidad.

Durante dos días he podido asistir a un encuentro participativo, plural, que rezumaba literatura, creatividad y entusiasmo por los cuatro costados. Me he encontrado con otros colegas escritores ―a la mayoría solo los conocía de nombre o por Internet―. Hemos hablado y discutido de temas tan diversos como la importancia de los grupos y las comunidades virtuales, la literatura y el cine, el terror en clave de humor, la mujer en la literatura fantástica… Y hemos contado con la acogida espléndida del personal de la Biblioteca Popular Laín Entralgo y la colaboración del Ayuntamiento, que nos ha cedido las instalaciones del Centro Cultural La Almona con su magnífica sala. Lo mejor, sin embargo, ha sido un público entregado y ávido de comentar, preguntar y aportar al coloquio que ha acompañado cada acto.

Regreso llena de vivencias y voces. Sí, los encuentros y poder compartir la experiencia propia con otros compañeros, todo esto nos enriquece. También regreso con más ganas que nunca de seguir escribiendo, y con algunas ideas nuevas que me bullen por la cabeza para futuros libros... En medio de un tiempo de crisis, asistir a un evento así es como sumergirse en un arroyo de agua fresca. Como nos recordaba Laura Gallego en su conferencia, “Donde los mundos se unen”, el mundo de la imaginación puede ser un territorio para evadirnos, pero también la fuente de la que podemos extraer fuerza y coraje para afrontar con decisión y gallardía los retos que nos pone cada día la vida real.

Quiero dar las gracias a todos los organizadores, en especial a Almudena, a Teo Palacios, a los compañeros de Sevilla Escribe y a los libreros que expusieron nuestros libros y nos permitieron firmarlos a nuestros lectores. A José Ángel Muriel, que se atrevió a moderar una mesa redonda entre dos guerreras, a Francisco de Paula, Ernesto, Jesús, Ángel – Palabras, Concha… y, cómo no, a mi compañera de mesa redonda, Virginia Fernández de la Puente. Me dejo nombres, pero en este agradecimiento van incluidos los demás. Estar allí, con todos ellos, ha sido un privilegio y un honor.

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