Muchas veces he pensado que la vida de una persona ―y también su profesión, sus aficiones, sus sueños…― es un largo maratón, donde cuenta más la perseverancia que la potencia. Así que, cuando leí el ensayo de Haruki Murakami De qué hablo cuando hablo de correr y, concretamente, ese capítulo 4 donde dice que “La mayor parte de lo que sé sobre escribir ficción lo aprendí corriendo cada día”, casi me emocioné. Porque resulta que, aunque mucho más modestamente que él, yo también soy una escritora corredora.
Jamás he participado en un maratón, como él hace, ni soy tan rigurosa en mi práctica, y mi nivel de entrenamiento ni de lejos se acerca al suyo ―como, posiblemente, tampoco mi nivel como escritora―. Pero sí me gusta ir a correr cada mañana, junto a la playa, y ver la aurora de rosados dedos asomarse sobre el mar, antes de que un sol naciente de bandera nipona cabalgue sobre las aguas ―aunque ahora, entrado el otoño, me contento con las estrellas y el albor; el sol sale bastante después de que acabe mi sesión de footing matinal…― Y me sucede que, a menudo, mientras corro, pienso y voy dando forma a ideas para mis novelas.
De lo que ha aprendido corriendo, Murakami extrae algunas conclusiones sobre el “secreto del éxito” en un escritor. Para ganar la carrera, por así decir, son necesarias tres cualidades:
1. Talento natural. Si uno no vale para escribir, no vale. Ha de haber una materia prima inicial sobre la que trabajar. Ahí entraríamos a discutir si un escritor nace o se hace… Él esquiva la polémica y afirma que el talento es lo primero. Más que una cualidad, es un pre-requisito. Obviamente, éste puede se desarrollar, perfeccionar o dejar dormir.
2. Concentración. Lo que la breve palabra inglesa transmite tan bien: focus. La habilidad para concentrar tus talentos limitados en lo crucial, así la define Murakami. Es decir, que no vale dispersar las energías, ni las ideas, ni el tiempo. Cuando se quiere escribir, hay que aplicarse y ponerse manos a la obra. Sin perder de vista la meta.
3. Resistencia. ¡Cualidad maratoniana! Que no solo significa perseverancia, ánimo, empuje, aguante ante las frustraciones, ante los rechazos, ante las esperas interminables… Resistencia es también algo físico: la energía para concentrarte en escribir cada día, durante un año, dos, tres... siempre. Escribir es una carrera de fondo.
Sobre estas dos últimas cualidades, concentración y resistencia, la buena noticia es que no son innatas ni las concede la naturaleza al azar, sino que se pueden cultivar y potenciar tanto como uno quiera. Pueden suplir las limitaciones del talento y mejorar sus posibilidades.
Resumiendo: como los músculos de un corredor, escribir pide entrenamiento diario. Para quien le apasiona hacerlo, la disciplina dista mucho de ser grillete y se convierte en alas.
En alas... ¡que me lo digan a mí!