Ayer tuve la entrevista de despedida con mi ex agente
literaria. Sandra Bruna. Creo que es una experiencia que vale la pena contar.
Sandra estuvo acogedora y cordial, como es ella, y creo que
fue sincera. En todo momento me miró a los ojos y se comportó con naturalidad y
calidez. Me explicó la difícil situación del mundo editorial, cómo esto afecta
a las agencias, su necesidad de reducir costes y tener que dejar de representar
a muchos autores por falta de personal y tiempo de dedicación. Hablamos de
todos los temas que teníamos pendientes, se ha comprometido a cerrar un par de
gestiones aún no resueltas y, lo mejor, también me ha ofrecido darme contactos
y referencias. Aunque me dijo bien claro que no sabía de ninguna otra agencia
que recomendarme, pues todas están pasando la crisis igual o peor que ella.
Quiso quedar como amiga y yo acepté terminar así, sin dar un
portazo, sin cortar la relación por lo sano. Creo que es la forma de acabar
bien las cosas, siempre que se pueda. La escuché, se lo agradecí y le dije que
lo comprendía. Le pedí algunos consejos y me dijo que, para cualquier cosa en
que pueda ayudarme, que cuente con ella y la escriba.
Cerramos bien. Amigablemente. Con franqueza y sin perder el
contacto porque… ¡nunca se sabe! La vida da muchas vueltas. Me deseó suerte y
nos despedimos. Me dijo que cuando publicara algo nuevo no dejara de avisarle.
¡Espero poder hacerlo sin tardar mucho! Y salí de allí sin desazón, sin pena,
con un sentimiento extraño que me cuesta describir. En mi otro escrito hablé de
la intemperie, de volver a empezar… No, no vuelvo a empezar de cero. Inicio
otra etapa de mi camino y, por qué no, tal vez sea mucho mejor que la que
cierro ahora.
En la conversación salieron algunos temas que me
parece interesante reseñar, sobre todo de cara a los noveles y visitantes de
este blog que os preguntáis por vuestro futuro y oportunidades.
Una. Que el mercado del libro está perdiendo “la clase media”,
es decir, los autores que están a medio camino entre los noveles o desconocidos
y los “peces gordos”, las estrellas. Los best sellers lo están copando todo, y
las editoriales solo apuestan por ellos. ¿Alternativas? Muchos amigos y colegas
están optando por lanzarse a la selva. Me refiero, claro, a Amazon.com. O buscando otras fórmulas de autopublicación o co-edición. A
algunos les está resultando bien.
Dos. Que la novela histórica de misterio ha tocado techo,
pero se mantiene la clásica, de guerras, aventuras y hazañas, la de toda la
vida.
Tres. Que ha vuelto y sigue pisando fuerte la novela
romántica y las sagas familiares. Supongo que el fenómeno Sarah Lark va por
aquí…
Cuatro. Que el fantasy también está saturado y va a la baja.
Con algunas excepciones, claro. Juego de
Tronos y el resto de la serie de Martin, con las reediciones de Tolkien,
han monopolizado el espacio… De la ciencia ficción ya ni hablamos.
Cinco. Que el mercado digital es un terreno que las
editoriales tradicionales todavía no están explorando lo suficiente, ni para
ver sus posibilidades ni para conjurar sus “amenazas”.
Seis. Me sugirió que probara a tocar otros géneros que estén
más de moda. Me temo que este es un consejo que no seguiré… a menos que lo que
está en onda coincida con lo que me apetece escribir. Y, con esto, soy
consciente de que me estoy sembrando de obstáculos el camino. ¡Tendré que
convertirme en una saltadora experta!