La intimidad y el arte

El arte de contar la vida (de darse cuenta de la vida, de tenerla en cuenta) no es más que el arte de vivir. Vivir con arte es vivir contando la vida, cantándola, paladeando sus gustos y sinsabores... Se puede vivir sin arte... Se puede vivir sin intimidad porque la intimidad no es imprescindible para vivir. La intimidad sólo es necesaria para disfrutar de la vida.

¿Qué es la intimidad? A menudo la  confundimos con privacidad, con identidad o con lo inefable. ¿Es realmente posible adentrarse en la intimidad de alguien sin violar su espacio sagrado? A diferencia de los culebrones y los reality show, las obras literarias y artísticas son capaces de poner de manifiesto al lector los verdaderos aspectos de la intimidad de los personajes que aparecen en tales obras, esto es, la forma en que se sienten a sí mismos, de tal modo que dicho conocimiento no supone una violación o profanación de dicha intimidad. Por tanto, la intimidad no se trata de algo inexpresable o incomunicable mediante el lenguaje, de la misma manera en que tampoco consiste en algo que tan solo sería experimentable en la más pura soledad, exenta de toda comunicación con los demás.

La intimidad está ligada al arte de contar la vida (y no, como suele creerse, a la astucia de no contar nada, no sea que luego vayan contando por ahí...), que, dicho sea de paso, es, sin más, el arte.

Son citas de la recensión que un buen amigo ha hecho sobre el libro de José Luis Pardo, La intimidad (Ed. Pre-textos, Valencia).

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